Fabián Perciante
Pintura técnica mixta
Juegos de masa |
Serie masa y línea : técnica mixta sobre lienzo, 140 x 85 cm. 2014 Acrílico, pintura tela, óleo. |
Paralelos |
Serie "lugar- espacio": técnica mixta sobre lienzo, 70 x 85 cm. 2014
Óleo, acrílico, pintura tela, pigmentos, óleo pastel,
lápiz acuarela, sanguinas, carbonilla, resina de árbol.
Biombo |
Serie "lugar- espacio": técnica mixta sobre lienzo, 70 x 85 cm. 2014
Óleo, acrílico, pintura tela, pigmentos, óleo pastel,
lápiz acuarela, sanguinas, carbonilla, resina de árbol.
Serie "lugar- espacio": técnica mixta sobre lienzo, 75 x 80 cm. Año 2014
Óleo, acrílico, pintura tela, pigmentos, óleo pastel,
lápiz acuarela, sanguinas, carbonilla, resina de árbol.
Óleo, acrílico, pintura tela, pigmentos, óleo pastel,
lápiz acuarela, sanguinas, carbonilla, resina de árbol.
Encuentro |
Serie "lugar- espacio": técnica mixta sobre lienzo, 75 x 80 cm. Año 2014
Óleo, acrílico, pintura tela, pigmentos, óleo pastel,
lápiz acuarela, sanguinas, carbonilla, resina de árbol.
Estas obras refieren a mis últimas investigaciones en
pintura técnica mixta. Trabajo conceptos que he desarrollado también en
otro tipo de investigaciones donde indago en la idea de ubicación y de acuerdo
para establecer sentidos de -lugar- y también en la -confusión- como
parte de ese proceso. El vínculo es un origen errado compartido, que es -error-
por ser la elección de una posibilidad y no en un sentido adverso. Reflexiono
en relación a la dificultad para establecer parámetros de contextos fijos y la posibilidad
de un tiempo reencontrado a través del vínculo entre el tiempo vivido y el
tiempo pensado, considerando que hay una repetición que trabaja como
justificación para dar tal sentido. En la producción este proceso al repetirse
hace que esté el tiempo-lugar para aunar de algún modo -todo el tiempo-, donde
esa búsqueda de justificación se materializa como pintura.
Decía alguien un día...de un modo muy extendido
nuestra especie se da cuenta de que vive una atrocidad
paranoica en ciertos destellos cuando tiene un proyecto interesante
por delante y no logra darle cabida, el tiempo no llega para concretarlo
y somos sumisos quedándonos cada vez más inmersos en protección de la extenuante
mediocridad individual
Estudios visuales
Encuentro en la línea, la Avenida Reforma en el D.F., México
Resumen:
El presente trabajo intenta dar cuenta de algunos
procesos de la investigación en Estudios Visuales realizada en la Avenida
Reforma del D.F. en México.
A partir de la experiencia del trabajo de campo con un
enfoque en la interdisciplinaridad apoyados en la etnografía y los estudios de
la imagen, se aborda este lugar como espacio-tiempo en uno de los sitios más
emblemáticos de la capital mexicana.
La avenida también conocida como Paseo de la Reforma
es sin duda una arteria principal de la ciudad, al tiempo que evoca de manera
constante una historia que continúa reelabora su contexto a través de la
insistente contemporaneidad urbana. Este trabajo busca interactuar en ese
contexto a través del acercamiento a diversos modos de apropiarse del espacio y
su relación entre el tiempo vivido y el tiempo pensado. Se indaga en las
representaciones también desde el propio investigador teniendo en cuenta tanto
las fragmentaciones como las reivindicaciones del trayecto de la avenida, sus
diversos usos y desusos, las proyecciones temporales, y los acuerdos para esas
representaciones. En tal sentido se va construyendo un entramado práctico‐teórico que plantea ir trazando un proceso y una
metodología.
Palabras clave: Avenida, acontecimiento, imagen.
Introducción
Para la enunciación del presente trabajo voy a tener
en cuenta en principio un concepto teórico previo esbozado parcialmente, una
metodología de proceso, y una avenida.
La revisión de una idea de lo posmoderno facilita de
algún modo un entender el proceso también como idea, esto además descartando
una visión posmoderna que pretenda separarse de todo sentido ideológico, Geertz (1991), Segal (1994), Hayles (2000), Lyotard (2008), Deleuze y
Guatari (2004). De estos últimos me interesa su propuesta en tanto el concepto deber decir el
acontecimiento no la esencia, también aquí sin pretender que la idea de rizoma
esté en oposición a lo arborescente, etc. y asumiendo ciertos límites que encuentro en su metodología para mi estudio. Asimismo los aportes de Zizek y su
modo de análisis para pensar entre otras cosas que la verdad está en la
apariencia como elemento sintomático de doble faz (Antón, 2012) son
todos aportes para intentar plasmar una metodología de procesos.
El tiempo
En México el espacio y trayecto son reducidos al tiempo en toda conversación,
no existen las indicaciones a distancias en kilómetros sino al tiempo de
recorrido. Las representaciones y usos del tiempo van a definir el espacio, los
modos de acercamiento o de rechazo a ciertas situaciones, van a definir las
marcas, las fronteras, las zonas permitidas, omitidas u ocultas. Estos modos de
utilizar el tiempo aparecen como acuerdos en relación a las acciones personales
o íntimas (en relación a uno mismo), acuerdos en relación a circunstancias,
personas o grupos de personas diversos, en relación a espacios u objetos, etc. No
es un tiempo que elegimos para vivir sino un tiempo que vivimos para elegir, es
el trayecto el que hace que el tiempo exista y se haga presente en nuestra
mente como producción de sentido. Por tanto el tiempo “no es” sino que se
constituye en relación a las posibilidades y elecciones de un tiempo particular
del –ser‐, de la persona, ese -ser persona- está en tensión y
se relaciona con el –tiempo todo‐
interior y exterior.
Es un –encuentro‐ en el
proceso de ubicación en el espacio de la avenida, una idea de ‐sentido último‐ en
proceso, de apariencia como acuerdo latente. El tiempo atraviesa esos
escenarios para dar lugar al contexto, deja atrás la mera anécdota indagando en
el lugar y la representación de la imagen.
Contexto y origen del Paseo de la Reforma
La primera idea de línea
Todo comenzó con una línea, un camino recto que
juntaba dos puntos en el plano. La emperatriz Carlota, su esposo Maximiliano,
el bosque de la realeza y la ciudad, su majestad, la plebe. Asimismo solo un
pequeño tramo inició como un paseo, y si bien hoy la avenida tiene una
extensión mucho mayor, el paseo –Real‐ sigue
siendo solo un tramo.
El Paseo de la Emperatriz
Según Aguirre (2003) fueron algunas situaciones
meramente personales las que condujeron a Maximiliano y Carlota a promover el
trazo de una nueva vía que comunicara en línea recta desde la Glorieta del
Caballito hasta el Castillo de Chapultepec; se realizó por las dificultades de
acceso que experimentaba el emperador desde el Palacio Nacional donde trabajaba
en el Zócalo hasta su morada en el Castillo de Chapultepec.
El nombre actual de Paseo de la Reforma se concretó
mediante decreto en 1872 y una vez que las Leyes de Reforma promulgadas
previamente por Benito Juárez, adoptaron la forma constitucional en septiembre
de 1873. Aguirre (2003).
Esa relación que me interesa entre el lugar, la
situación y el tiempo es analizada por Behares ahora con una cita de Badiou:
“Lo que faltó en Lacan (…) fue hacer depender radicalmente la verdad de la
suplementación de un ser‐en‐situación, a través de un acontecimiento separador del
vacío” Badiou (1988:476), (citado en Behares, 2008: 26). Utilizo esta cita para
pensar en una idea de -acuerdo latente‐ y
reflexionar en que así como el vacío está presente de modo constante, también
lo está de un modo ineluctable la idea de acontecimiento. Al constituirse el
acontecimiento como separador del vacío, el acuerdo latente se hace vínculo en
el contexto perfilando una idea a partir de la ausencia de límites claros. Voy
a indagar en la idea de que el acontecimiento como separador del vacío aúna los
tiempos de estos posibles escenarios, y que lejos de aparecer como dos
realidades, están tanto el acontecimiento como el vacío consumadas en –el
acuerdo latente‐.
“En este
interjuego de la ilusión, necesaria como tal para todo sujeto pragmático que
cree saber de sí y planifica su accionar, y la falta, es que habría que incluir
el acontecimiento” (Behares, 2008:26). Propongo para este trabajo enunciar ese
lugar en el sentido de ‐acuerdo
latente‐. Entiendo que lo que hace a la falta, a la ilusión,
es el acuerdo latente, y que este presenta el lugar posible para el
acontecimiento.
“[…el
personaje de la acción narrada no es un ente distinto al de sus “experiencias”.
Conforme nos orienta Paul Ricoeur (1991: 176-196): “La narrativa construye la
identidad del personaje que podemos llamar su identidad narrativa y construye
la de la anécdota relatada. Es la identidad de la anécdota que hace la
identidad del personaje”, pero en la que la identidad narrativa mantiene juntas
las dos puntas de la cadena: “la permanencia en el tiempo del carácter y la del
mantenimiento de sí mismo”.]” (citado en Eckert y Carvalho da Rocha, 2012:78)
Me interesa esta otra cita como introducción para una
indagación que vaya más allá de la narrativa, mensajes, signos, encuentros y
desencuentros, apuros, esperas, diversos ritmos y un sinfín de acontecimientos
son elaborados y suceden todo el tiempo en un trayecto, en una avenida. La
anécdota, el personaje, la experiencia, narración y tiempo, así como el
carácter o el sí mismo, son todos modos al fin de aparición de acontecimientos
del pensamiento.
Mi primer vínculo que luego sería –estudio visual‐ era el vínculo de la etnografía y de la imagen, un
vínculo inestable por cierto y que sin embargo tenía una gran ventaja, me permitía ya estar comenzando. Mis propios
errores y confusiones que ya eran pérdidas acabadas y que no tenían un eco de
respuesta estaban en el estudio, eran también parte del proceso.
Los modos de ingreso al campo
Un encuentro dilatado‐ el
acuerdo latente y el acontecimiento
Prolongación de espacios, de tiempos, ¿pero hacia
dónde?
En algunos momentos parecía que las palabras eran la
construcción y repetición de “algo” que yo no sabía a qué hacía referencia
exactamente. Una construcción de “cosas” a partir de palabras ahora
descontextualizadas, o tal vez incluso podría decir desterradas, despojadas de
un referente claro y que por ello se convertían quizá aún más en la pura cosa (o
la negación de la cosa); mi propio ingreso al –lugar‐ había tenido ese despojo in‐mediato.
En otro trabajo anterior Perciante (2012) había tratado el tema del nombrar y
la descontextualización de la palabra, en ese caso no era tan posible la
descontextualización y la –cosa‐, era
un barrio en una ciudad de Uruguay. En la avenida retraerse o retardar el
ingreso al campo tenía ahora un vínculo con la palabra despojada,
descontextualizada y echa “no cosa”.
Para mí, extranjero –de Uruguay‐ no era lo mismo el ingreso a la avenida que alguien
que ya viviera en el D. F. en México, yo tenía la necesidad de tener un mapeo
previo también de otras zonas de la ciudad, necesitaba saberme en la avenida y
en otros lugares al mismo tiempo, y no solo lugares de mis recuerdos en Uruguay
u otros sitios, necesitaba –permear‐ el
tiempo a través de diversos espacios vividos en la ciudad. No había posibilidad
de especular solamente en un tiempo íntimo sin espacios‐lugares, y tampoco pensar en un espacio sin los
tiempos propios, adquiridos e imaginados. En todo caso era necesario que
tuviera las herramientas para convertir las palabras en cosas y pensamientos, o
bien hacer referencia a la descontextualización de las palabras a mi antojo,
incluso pensando en que nada fuera posible o en la mentira como posibilidad.
Entre todas las continuidades y discontinuidades que
podemos encontrar en el vivir y pensar desde la complejidad urbana, desde un
mundo inter‐híper‐conectado, también podemos encontrar un mapa
colectivo, una memoria que –vive entre- esas fragmentaciones, dudas e intrigas,
que hacen a la construcción de “narrativas” o espacios de significación
diversos, y de procesos de construcción de ideas de –personas‐.
En este ensayo ‐el
acuerdo latente‐
aparece en parte como el mapa colectivo de la vida urbana, un mapa que viene a
veces desde muy lejos y otras desde lugares próximo, e incluso que puede
no tener referencias
de lugares o
tiempos; esos acuerdos
latentes aparecen como acontecimientos vividos, pensados,
imaginados, o como elementos para decir nada, elementos que no importan.
Hay indicios, huellas, que fui observando en la
etnografía de la línea como estudio visual y que me llevan a pensar de este
modo, por ejemplo imágenes-frases registradas a partir de varias y espontáneas
entrevistas realizadas, así como en relación a mi presencia en el lugar. En
estas imágenes aparecen diversas miradas en relación al – estar‐ en la avenida que se relacionan con múltiples temas,
personales, institucionales, tecnológicos, sociales, etc., o bien que no se
saben decir, y que a veces comparten un sustrato en común. Las referencias son
miradas que relacionan un pensar, un vivir, en un juego frecuente entre el –ser
persona‐ y el grupo, el colectivo. Se hace más interesante la
indagación al incluir la idea de –duración‐ de la
que hablan Eckert y Carvalho da Rocha (2012), siendo que esas imágenes pasan a
formar ‐parte y partes‐ de
mapeos del pensamiento colectivo de diversos modos, montajes, y ritmos de
aparición. En la avenida este sentido de ‐la
duración‐ dice algo sobre la permanencia o persistencia, así
como sobre el instante, el lapso, la mutabilidad, e incluso sobre los espacios
de caducidad del tiempo colectivo.
El acuerdo latente y la memoria colectiva
¿Cuáles son los modos de apropiarse del lugar?, ¿cuál
es el “síntoma” estable y cuál el inestable? ¿Cuáles son las circunstancias que
obligan a trasgredir o no una marca, un límite? Esas relaciones son las que nos
van llevando a transitar de un modo u otro la ciudad, donde entiendo ‐el o los‐ modos
como –encuentros‐ que
aparecen en formas y momentos diversos,
tanto en relación al lugar generando un vínculo visible como en un diálogo más
íntimo de la persona que transita. Las marcas se juntan, se diseminan, se
vuelven a agrupar para dar forma y sentido al recorrido, a la representación
del estar en la ciudad; así la imagen queda arraigada en el pavimento, en los
muros y paredes, en los rincones y en los cuerpos a modo de inscripción de un
pasar.
La corrupción
¿Por qué la corrupción aparecía como tema?, ¿por qué
aparecía además como un tema velado que había que descifrar a partir de otros
supuestos?
Que apareciera como tema no era tan distinto a verlo
también manifiesto en algunos sucesos que se presentaban en la avenida como lo
eran las frecuentes y variadas manifestaciones realizadas por diferentes grupos
sindicales, políticos, etc., y que pedían audiencias o hacían sus críticas contra
la corrupción y el gobierno.
Sin embargo hay otro perfil de la contra‐corrupción que no es expuesto sino que aparece de modo
– latente‐, ahora
sí como un acuerdo que se suscita entre lo “real” que como tal supongamos que
no puede ser alcanzado siguiendo a Lacan (1953), y lo tangible, la vida de la gente.
Imagen y argumento
Grieta
En los trazos de esos modos de ver –estando‐ en el lugar, hay señales, alertas, que las personas
en la avenida hacen notar. Son rastros del mal uso del dinero público, reseñas
sobre un fraude sistemático y sobre la queja que se vuelve perpetua. La
visualización da indicios ‐expuestos‐ de que los materiales utilizados no fueron los
prometidos como los mejores ya que debían tener mayor duración. Asimismo el
costoso nuevo sistema de alumbrado público en la avenida, las nuevas cámaras de
‐ video seguridad‐, etc.,
son también ejemplos que expresan según estos testimonios un discurso de
situación que plantea malas y escasas inversiones públicas.
En la imagen aparecen enunciados que elaboramos como
parte del proceso metodológico.
• Pragmática
de regímenes de signos
Hay una situación‐acontecimiento
que ya existe antes de que se construya el contexto
Me interesa pensar en que todas las situaciones
anteriores a la representación de la imagen están insertas en la pragmática de regímenes de signos. Es
decir que tanto el lugar en sí como la utilidad que se le
dio a ese
espacio del Paseo
de la Reforma
en sus diversos
momentos sean procesos “naturales”, históricos, culturales,
etc., están de algún modo “latentes” en el contexto presente. Las diversas
composiciones y estratos del suelo, luego el originario camino del paseo y más
tarde las numerosas etapas de pavimentado etc., hasta llegar a la
desmaterialización del asfalto ‐sus
quiebres‐ por agentes naturales, culturales, sociales y
políticos.
• Pragmática
de máquinas abstractas
Acuerdo latente como elaboración de conceptos
Al producirse la imagen el acuerdo latente se hace
concepto al marcar un sentido último de aparición que de todos modos es siempre
momentáneo, este mecanismo se da compartido y varía según el caso. En el tema
de la fisura en el pavimento la imagen aparece luego de que alguien me dice que
le asigna un sentido de contexto de corrupción por el inapropiado uso de
materiales, de allí su quiebre prematuro.
• Pragmática
de procesos (inter-textos-sujeto-objeto)
El contexto no está dado, es una elaboración a través
de un proceso de conocimiento
La Pragmática de procesos atraviesa todas las
pragmáticas para dar lugar a la elaboración del contexto. Al ubicar la
producción en el proceso, la imagen representada va a pertenecer a un contexto
múltiple que aborda todas las situaciones (o el –no contexto‐) anteriores así como su eventual contexto futuro.
(Fotografía Avenida Reforma: Fabián Perciante, 2013) |
Esta otra imagen de un cartel que alude a una supuesta
molestia por los trabajos realizados en el alumbrado público (proyecto de
iluminación artística), tiene connotaciones que reflejan parte de lo que indaga
la investigación en relación al contexto, los contextos, supuestos e
inventados.
¿Está el anuncio fuera de contexto?
No podría responderse afirmativamente la pregunta
siendo que el mensaje está allí y por lo tanto sugiere y/o produce un contexto.
¿Entonces cuál es ese contexto producido?
Al relacionar el cartel con el contexto inmediato
vemos que no existen tales molestias y que el anuncio en sí genera la paradoja.
Luego de estar finalizada la obra de alumbrado los carteles persisten, y además
nunca estuvieron en un lugar preciso de “obra” sino que se exhiben en algunas
de las esquinas más visibles y turísticas de la avenida.
La persistencia genera la paradoja, como si no
hubiésemos percibido los arreglos del alumbrado el anuncio mantiene viva la
propuesta. Algo está latente, una representación que mantiene la idea de que
alguien o algo tienen cierto control sobre la seguridad del lugar.
Una señal, un acuerdo que produce un acontecimiento de
“bienestar”, incluso sin ser preciso y coherente con el tiempo de exposición, y
reforzado por la propia materialidad del objeto tratándose de un cartel de buen
porte y luminoso (con luz eléctrica para la noche).
Aquí el tiempo se vuelve reiteradamente “sentido
último” en la imagen siendo que hay un
tiempo anterior y también un “otro” tiempo posterior al cual accedemos por la
metáfora de que algo puede estar en curso de ser. Lo que interesa del contexto
total es que queda un acontecimiento estético, o de imagen, que no se ubica
exactamente en ninguno de los tiempos posibles, desaparece la metáfora literal.
(Fotografía Avenida Reforma: Fabián Perciante, 2013)
En estas imágenes de los carteles que anuncian las
cámaras de seguridad se puede ver la ambivalencia de una zona y otra de la
avenida. La imagen a la izquierda pertenece a la zona turística y aparece el
logo de “Ciudad segura” con el dibujo de una cámara de video, un esbozo urbano
y el monumento del ángel, el ícono más emblemático de la ciudad y que se
encuentra en esta avenida. En la segunda imagen a la derecha que pertenece a la
zona del barrio Tepito ese mismo logo aparece solo que hacia la izquierda y más
reducido. Como complemento aclaratorio hay un texto: “Cámara de Vigilancia en
operación”. “Las imágenes son grabadas y enviadas al Centro de Operaciones con
el propósito de prevenir el delito, la detección y persecución de ilícitos,
abatir la impunidad y garantizar la seguridad pública. Los videos son evidencia
plena ante los juzgados”. Más abajo en letra pequeña: “Este sistema es
controlado por el Centro de Atención a Emergencias y Protección Ciudadana de la
Ciudad de México.”
¿Cuál sería el motivo del cambio de diseño para una y
otra zona?
Lo que interesa es que el mensaje hecho imagen y
conforme al contexto reflexivo del trabajo, actúa de diversos modos según si el
acuerdo aparece más o menos explícito, estos diversos modos de aparición del
acuerdo, generan o producen la posibilidad de que un acontecimiento se produzca
o no. En tal sentido la seguridad, el miedo, el delito o su rechazo, la
incertidumbre frente al futuro, la trasgresión del espacio propio, etc., son
todas “señales” de acontecimiento y marcan las distancias entre unos actores,
otros, y el lugar. Esa cadena per formativa y estética, marca a su vez la
omisión o rechazo de ciertos espacios a través de la paradoja cerca‐lejos, el cartel que anuncia el texto aclaratorio, en
su evidencia deja entrever que lo que sucede –realmente‐ es que está la falta, la incertidumbre que teme algo
a través ahora del “gran otro” que controla; es interesante el oscilar
constante de un aparente aparato controlador y su vínculo con el estar viviendo
y pensando en la avenida.
¿Quién tiene el control realmente? ¿Cuántas danzas para la metáfora hay en esta dupla de imagen?
¿Quién tiene el control realmente? ¿Cuántas danzas para la metáfora hay en esta dupla de imagen?
El pensamiento hecho práctica - La estética como
producción y los modos de apropiarse del lugar a partir de “otros” lugares como
modo de ubicación.
A la hora de viajar o “pasear” son muchos los modos de
apropiarse de parámetros estéticos que hagan uso de ese impulso que genera la
idea de ubicación. Cuando la estética entendida como el “arreglo” o diseño de
un lugar como sucede en el “paseo reforma” (zona turística) está programada de
modo exacerbado con el fin de agradar, la automática exclusión de toda otra
posibilidad de un uso “visiblemente” aceptado del lugar, hace que aparezcan
otros mecanismos de control de esa situación generados ahora por el sujeto‐persona. Aquí la producción como –desaparición‐ reinventa el acto, se produce el reencantamiento.
Metáfora de viaje – La caja de viaje
En el caso de Juan (trabajador, barrendero de la vía
pública), el lugar que él utiliza para llevar a cabo el proceso de ubicación y
reencantamiento, está en su bolso de viaje.
Su bolso se hace caja de herramientas, de utensilios
para el acceso al paseo, siendo de otro modo imposible el viaje al “paseo de la
reforma” ya que los costos de los elementos básicos para estar son muy elevados
para él y su familia, Juan produce un cuidadoso –set‐ de implementos para el “acceso a”. Con esta batería
de herramientas es posible el ingreso, se produce la “desaparición momentánea
de su otra identidad” a través de la producción generada. Como un camuflaje la
apariencia mantiene el acuerdo latente que produce el acontecimiento, de un
modo visiblemente armónico todos comparecemos así en la avenida, ¿pero qué hay
en la caja?
La desaparición momentánea refiera paradójicamente a
la –mayor aparición de la apariencia‐, a un
modo de estar que filtra una‐otra
identidad a través de una exhibición compartida, hay que tener ciertos
implementos para estar en el paseo. Podría incluso decir que en el set además
de lo utilizable para poder estar y generar un sentido de ubicación, está lo
“real”, (en un sentido Lacaniano), o el resto de lo estético que no puede ser
visto en el paseo; esa –parte‐ se
introduce, se entromete en el bolso de Juan.
Elementos: botella de agua, comida, etc. (todos
elementos que no pueden comprarse en la zona turística por su elevado costo).
Me interesa destacar otras reflexiones de Zizek de las
que expone Antón. F. (2012) y tomarlas para indagar en una idea de sentido
último. Lo indeterminado como origen refuerza una exigencia propia al sujeto
que lo lleva a –estar fuera de sí‐ para
poder ser, en un lapsus que se da a través de un mediador evanescente. Lo
significativo para el trabajo está en que el acuerdo latente que produce la
representación e imagen en la avenida se conforma tanto desde ese origen, como
de las implicancias que hacen que el sujeto se reconozca en algún sentido
específico, lugar y tiempo.
La cita comienza con la reflexión en el origen:
“Estas
pulsiones son el Fundamento último de la realidad, nada las precede, excepto la
propia ausencia de fundamento, la nada. (…) Esta apuesta por lo indeterminado
constituye el mediador evanescente entre la Nada y Dios, siendo este último,
como el sujeto, una entidad marcada por la pérdida, por la ausencia de sí
mismo, en un estado de nostalgia permanente por el vacío que lo constituye: sin
embargo esa misma pérdida resulta el garante de su propia consistencia como
sujeto: para ser tal, deber estar fuera de sí.” (Antón Fernández, 2012: 121).
¿Una línea trasgredida?
No sería difícil pensar quizá en la zona hacia del
barrio Tepito y La lagunilla donde a primera vista el lugar parece estar fuera
de la –linealidad‐ de la
avenida (de su continuidad), como una zona ambigua. Sin embargo la línea aquí
se hace más explícita y toma su carácter profundo, incluso hasta trasgredir su
propio concepto, la linealidad se confunde y ahora es interpelada directamente
por su propia trama.
Se puede ver que no contando con los –destellos‐ visuales y armónicos de la linealidad amena de otras
zonas de la avenida, no contando con esos elementos donde el diseño acompasa la
caminata y la visualidad mostrando ciertos focos de atención que nos van
llevando a transitar “dócilmente”, la línea se hace más línea.
Al no contar con esa “atracción” se forja una
linealidad diversa a otros tramos, ahora se trata de una línea que podemos
visualizar de otro modo, acorde a un concepto que en su supuesta (impuesta)
monotonía trasluce su razón de ser y sus variadas acepciones de lo asignado,
también de su trasgresión y confrontación.
Basura que no es basura
Unas páginas de un viejo
periódico en una de las plazoletas de la intersección donde ‐ termina o
empieza‐ el Paseo de la Reforma.
Se puede ver en la imagen una
serie de ambientes “naturales” diversos donde el personaje está tomando
fotografías. La avenida continúa hacia la Villa de Guadalupe y en estos
espacios del vivir y pensar ‐en‐el lugar, la imagen nuevamente aúna los
tiempos posibles e imposibles.
|
(Fotografía Avenida Reforma: Fabián Perciante, 2013)
Este objeto estaba junto a otros dispersos por el
suelo y que hacían referencia a que alguien estaba habitualmente o vivía allí.
¿Se leyó realmente?, ¿se miraron sus fotografías o dibujos? ¿Cuál fue el
momento?, ¿en la noche?, ¿en el día? Tampoco interesa siendo que el
acontecimiento traspasa la línea y se vuelve algo que no es solo una idea, el
tiempo vivido y el tiempo pensado sin poder distanciarse hacen del hecho algo
más que eso.
[“En
las investigaciones con grupos específicos o etnografías en las calles y
barrios, nos preguntamos sobre las historias vividas por los habitantes en la
ciudad, siguiendo la dialéctica de la rememoración y de la anticipación en los
términos de Paul Ricoeur (1991:191), como pistas para la comprensión del
espacio de la experiencia urbana como tiempo reencontrado” (Durand, 1984).] (citado
en Carvalho da Rocha y Eckert, 2012: 65)
En la investigación esas –presencias como repetición‐ aparecen también cuando las representaciones tienen
connotaciones que hacen referencia a la avenida como ciudad, o avenida- país
imaginado, en una ida y vuelta expandida reforzando la metáfora. Es por ejemplo
el caso de cuando se hace referencia a la Avenida Reforma como metáfora de
México vinculando todos los estratos socioeconómicos, o cuando necesitamos
estar en la avenida y en otros lugares de la ciudad al mismo tiempo a través
del tiempo reencontrado.
Lo “externo” e “interno” aquí hace referencia al modo
de aparición, hay imágenes que son‐más
generales‐ de uso
en el espacio público y otras que tienen una relación más personal, más íntima.
¿Una huella en el camino?,
¿una marca?....quizá una evocación de algo o un estigma, ¿un acuerdo?
Se trata de una de las tapas
de la calzada peatonal recubierta con plástico, obstruida, donde nada del
medio donde transitamos puede caer, y tampoco ningún elemento, olor, etc.,
de ese “inframundo” subterráneo puede salir, escapar hacia nosotros.
|
La incertidumbre conmueve, la aseveración de que tiene
que tener un fin promete cierto orden a este encuentro, a este acuerdo hecho
idea e imagen. Sin embargo pudiera ser que no es nada y que alguien estuvo un
rato divirtiéndose, y es en ambos contextos que interesa.
El hecho de “ser o no ser” aquí no interesa, el fin
último, el sentido último es en lo que se reflexiona en tanto siempre es. Por
lo tanto queda lugar para algo más, para otro espacio de relacionamiento en el
proceso de ubicación que quiebra con la linealidad, una idea hecha imagen que
no es concebida solo como idea, un contexto derrotado. Podría estar en esta
imagen un carácter de –lo interno‐ que se
diferencia de otras zonas de la avenida en tanto es intervención y no solo
exposición para el argumento.
¿Quién está detrás?
La avenida como patio trasero
En esta zona la avenida es mayoritariamente de paso y no de paseo, aquí los automóviles son más protagonistas que los peatones. Sin embargo hay algo que hace muy fuerte su vínculo con la vida y la cultura de la zona, aquí la avenida es el patio trasero del barrio, es sus espaldas que paradójicamente en un doble juego de consentimientos resguarda ocultando al tiempo que eterniza una condición olvidada.
(Fotografía Avenida Reforma: Fabián Perciante, 2013) |
En esta zona la avenida es mayoritariamente de paso y no de paseo, aquí los automóviles son más protagonistas que los peatones. Sin embargo hay algo que hace muy fuerte su vínculo con la vida y la cultura de la zona, aquí la avenida es el patio trasero del barrio, es sus espaldas que paradójicamente en un doble juego de consentimientos resguarda ocultando al tiempo que eterniza una condición olvidada.
En contraste con la zona turística o residencial donde
la avenida es avenida para ser vista, aquí su espacio geográfico, su estética y
sus tiempos parecen no querer ser vistos, se utiliza para seguir viaje, ¿pero
qué hay detrás?
Como filo interno de la línea la vida del barrio ‐de espaldas‐ toma
mayor presencia precisamente por estar de espaldas a la gran avenida. Así como
está la idea de que alguien –municipalidad, gobierno, etc.‐ controla de algún modo la zona pronta para ser exhibida,
también hay una idea acerca de la zona que le da la espalda a la avenida. La
diferencia es que esta zona tiene otras reglas de aparición en el escenario
público urbano y político, otros modos de apropiación del espacio y del tiempo
vivido y pensado, aquí los mitos de un intermediario e incluso de un mediador
evanescente por momentos desaparecen incluso cuando no se represente como
sentido último otra posibilidad.
En la imagen arriba se puede ver un santuario de la
virgen de Guadalupe en una de las calles de acceso al barrio sobre la avenida
Reforma, la calle está obstaculizada para vehículos siendo que la virgen con
toda su parafernalia impide el tránsito. Una jaula de hierro hecha con una
ornamentación particular la protege, más arriba en los cables que pasan de lado
a lado de la calzada se puede ver un par de guantes de boxeo atados colgando.
Este tipo de contrastes o paradojas son las que quizá
más interesan para visualizar la relación entre lo interno y externo en esta
zona de la avenida, aquí la exposición
visual se torna algo más concomitante con el mundo interior. Tanto el
trato, dimensiones etc. que se le da a la virgen, como la significación de los
guantes de boxeo que seguramente tienen un simbolismo notoriamente entendible
al menos en un sector de la población del barrio (ubicación de acceso a droga,
etc.), hacen que se exterioricen elementos que en otras zonas de la avenida
aparecen velados en una secuencialidad más armónica y estereotipada como sucede
en la zona turística. Pocos días después los guantes ya no estaban y aparecía
un par de tenis colgado en el mismo lugar.
Esta zona de la avenida incluye el barrio “Tepito” de
importancia cultural remarcada por escritores, pintores, músicos mexicanos y
extranjeros. Barrio popular con una reputación de ser un "barrio
bravo", de manejo de droga etc., donde sus habitantes sostienen que se
debe a la "bravura" de su gente por luchar contra la adversidad y
pobreza, y porque ha producido grandes figuras del boxeo. Allí se ha
desarrollado el culto único en México a la Santa Muerte y fue también el
escenario de la novela mundialmente conocida Los hijos de Sánchez (1961) de
Oscar Lewis.
(Fotografía Avenida Reforma: Fabián Perciante, 2013) |
En estos tramos
en primer lugar no aparece la necesidad obligada de mantener un orden armónico
visual para “encantar”, y esto implica que ‐lo
interno‐ adquiera otra ubicación más allá de que cada “mundo”
pueda por momentos transformar al otro más de lo que parezca. No se trata de
desprolijidad o de una suerte de rendición hacia lo visible, sino más bien a un
modo por momentos más expuesto quizá de ambos mundos externo‐interno, el hecho de no estar tan excesivamente
pendiente a la –exposición‐
plantea otros interrogantes. Aquí el ‐mediador
evanescente‐ se
desvanece aún más para dar lugar a un límite quizá más propio, más –real‐ y más caótico. La confusión se muestra como
posibilidad –real‐ o
realizable y no como mero tabú.
A modo de reflexión final
La ubicación
Esa delgada línea que nos separa de lo posible y de lo
imposible es para este trabajo el acuerdo latente como acontecimiento, es
espacio, es tiempo (más que nada), es ritmo, es el proceso de ubicación nunca
acabado que experimentamos, por eso en todo caso sería siempre -no lugar‐ Augé (2000) y en tal sentido su ruptura con el concepto o bien apareciendo como lugar-no lugar. Al
tiempo que esos significados son consumados y castrados en una posibilidad
última de lugar, en el sentido último como acontecimiento, el acuerdo latente
se hace acontecimiento también como idea. La ubicación en este proceso aparece
solo como posibilidad a través de la búsqueda de, a través de experimentar un
ideal conforme a que es difícil perderse en la avenida por tratarse de un
diseño, de una línea, y precisamente es ese ideal el que contradice la única
posibilidad, la de ser ideal, por eso la paradoja. El o Lo ideal se hace en su
cadena repetitiva argumento para estar viviendo y pensando el lugar, es lo que
anima a estar.
Muchas veces no importa por qué se está en la avenida
a elección de otro lugar, o qué se hará allí, lo que importa es que la eterna
confusión es el motor que reelabora una y otra vez el acuerdo como sustrato
para que se produzca un acontecimiento.
Es un anhelo que nos remite a establecer variadas
situaciones de registro, donde la imagen, lo visual, tiene apariciones visibles
e invisibles, y que coartamos como intento hacia una posibilidad de registro de
ubicación. En tal sentido el acuerdo está latente porque no alcanza el intento,
nuestro anhelo también es parte de la confusión que se representa en un origen
compartido. Ese origen es el que vincula todo el espacio en la avenida y que
eventualmente también nos impulsa a establecer sentidos últimos de ubicación,
que son últimos porque comparten el origen del error, el origen de haber
elegido un sentido, por tanto son siempre errados. El sujeto, la persona,
cierra ciclos de ese sustrato compartido en la confusión que aparecen como
representación o como la imagen representada.
El tiempo reencontrado
El reencuentro y el tiempo en la avenida
se ajustan a lo que he mencionado en relación a lo efímero, al transitar y a
las características de un espacio que tiene un –ir y venir mentiroso‐, que no es falso
sino “real” como aquello que nos transciende porque no podemos aprehender. El
sentido de reencontrar un tiempo para ser vivido y pensado se conforma entonces
a través de la intriga que esto produce, no se trata aquí de encontrar algo que
está perdido sino de vivir la pérdida, vivir la intriga. Sería muy diferente si
entendiera los –mundos‐ vividos
y pensados como sustratos independientes y aptos para ser manipulados, pero
como eso no es posible en este ensayo el reencuentro es con el propio re‐encuentro. ¿Y cuál es
ese tiempo que elijo para elaborar el tiempo reencontrado? Necesito tomar
algunas cosas y no otras en mi tiempo de recuerdos, de vivencia y de
pensamiento. El tiempo reencontrado se nutre de espacios, lugares,
acontecimientos, que ante todo están faltos de una permanencia estática o
resuelta, son por tanto tensiones del pensamiento (Fotografía Avenida
Reforma: Fabián Perciante, 2013)
La repetición justificada
A lo largo de toda la avenida el proceso elabora un
–modo‐ que es definido por la repetición y que en un tanteo
constante trasiega una y otra vez para volver siempre al sentido último de la
línea. Este sentido está definido por la búsqueda de la “justificación” en un
intento de alejarse del extrañamiento y confusión que por momentos produce el
estar en el lugar; así se fortalece una idea de ida y de vuelta que intenta sin
embargo en todo momento disgregarse. La repetición aparece para justificar el
error, sea la justificación de la vivencia entendida ahora como lo más
–grotesco‐ de esa
utilización del lugar, es decir la justificación de un ir y venir rutinario y
muchas veces con una dolencia de sentido –real‐ para
el sujeto, o bien la justificación algo más “sofisticada” del mundo virtual, de
pensamientos del ser, sueños, imaginarios, virtualidad.
También dije que cuanto más intensa es una idea de
linealidad, de un diseño exigido, de una temporalidad en tal sentido, más son
las cuestiones que no se entienden, y que sin embargo están entre las
necesidades y deseos.
Ahora bien, ¿cuál es el sentido entonces de intentar
entender la repetición como justificación? Entender la repetición sin más
podría verse desde múltiples temas, sin embargo cuando vemos como en la avenida
que esa repetición está sesgada por el incansable trabajo de justificarnos en
el lugar, la situación cambia.
Repetir la justificación entonces elabora
metafóricamente la idea de línea, que al tiempo que intenta disiparse es el
llamado constante hacia el acuerdo latente. El acuerdo aparece entonces como
justificación donde está la necesidad de concebir un vínculo, de generar una
estabilidad a partir del error. Pero ¿por qué la justificación debería siempre
aparecer a partir del error? En este caso, repetir la búsqueda incansable de la
justificación no podría mantenerse latente si no fuese por el impulso que
genera el error que no está saciado.
El error como
origen siempre castrado, mutilado, aparece como acuerdo latente en el
acontecimiento, está latente por ser origen castrado. Es por tanto la
posibilidad, el resto, el sentido último colmado o simulado en la apariencia.
En este proceso cuando la línea es más línea, la
linealidad se hace añicos, cuanto más intenso es el ir y venir en la avenida,
cuanto más –notorio‐ un
sentido de tiempo de recorrido, de un tiempo de comienzo y otro de término,
también aparece más una idea de tiempo expandido, dilatado, múltiple. Lo obvio
en la materialidad, en la estética del lugar, exige una‐otra lógica propia quebrantada, trasgredida, y como
tal da lugar a estas reflexiones. ¿Y si fuera que todo el diseño de la avenida
y su significado simbólico desde sus orígenes fue un error?
El tiempo vivido es el tiempo errado, es en el caso de
la avenida las huellas o marcas que no están presentes en la imagen sino a
través del tiempo pensado. En el desarrollo de la investigación estos tiempos
se bifurcan, se acompañan, luego se disipan y otra vez se aúnan generando los
tiempos del acuerdo latente que se hace acontecimiento.
La búsqueda entonces se orienta siempre a intentar
remediar el tiempo vivido que es el tiempo errado, y el modo de hacerlo es
generando una‐otra
metáfora ‐el
tiempo pensado‐, que
aunque sin lograr saciar el error, eventualmente pueda a través de la
repetición volver al tiempo todo y sellar el acontecimiento. Todo el tiempo
refiere a los acuerdos personales con uno mismo y también con el entorno‐lugar y los otros para que se produzca la metáfora del
acontecimiento, y para que esto suceda no basta con asumir el error, hay que
buscar en la repetición aunar el tiempo vivido y el tiempo pensado.
Lo que interesa es que no hay modo de que se colme la
búsqueda, y que la posibilidad de existir del tiempo en la avenida se da a
partir de la semejanza con el error y su vínculo de repetición, aquí la
paradoja. Así en la avenida al tiempo que las representaciones muestran rastros
de vivencias e imaginarios de otros lugares, descartan una y otra vez
posibilidades para quedarse con el origen del error como sentido último, un
sentido que es el estar en la avenida e intentar estando saciar el error de
estar, nuevamente la paradoja.
Se podría decir que este proceso parte de una lógica
propia de ese lugar, y de todos modos a través de la metodología de procesos
expandirse como idea a otros lugares compartidos.
Sea como fuere entendido ese tiempo, sea entendido
como error o como algo más, la incertidumbre de –estar‐ está
siempre presente y ello implica la búsqueda de un origen, o sea que la línea
como fin último se conecta con un origen o principio siempre caótico /antes del
comienzo.
En este sentido me animo a pensar que en la búsqueda
aparece siempre el vínculo con el origen como la única posibilidad, y por ser
el origen inabarcable la única posibilidad es el vínculo con el error, el error
que descartó en el origen todas las otras posibilidades para dar lugar a la
única posibilidad que es.
Quizá ese oscilar constante entre el tiempo vivido y
pensado haga tan fuerte el modo en que percibimos el espacio‐tiempo como tiempo reencontrado, y que cuando no
aparece el reencuentro en los períodos desestabilizadores o en algunas zonas de
la avenida, la subjetividad se desmorone y en un intento desesperado busque la
justificación vinculándose metafóricamente con el origen como error.
La revelación entonces queda consumada a través de la
puja constante entre el estar en la avenida como tiempo forjador de
acontecimientos vividos, imaginados y pensados, donde el acuerdo latente se
presenta como un enclave‐móvil
que sustenta toda la confusión de estar en el lugar, de pensar también en otros
lugares, y de vivir varios tiempos posibles, la producción así se hace proceso
e imagen.
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http://encuru.fhuce.edu.uy/index.php?searchword=fabian+perciante&ordering=&searchphrase=all&Itemid=1&option=com_search
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