Reelaborado








            Suerte de proeza semeja la circunscripción de una pintura fogosa, apta para el desborde expresivo, a formas geométricas ortogonales. Fabián Perciante sugiere el arquetipo de artista que con esfuerzo contiene su visceral necesidad de gestualidades como manifestación de apasionado discurso colorista. Formas domeñadas organizando planos que atemperan parciales estallidos.

            La muestra toda apuesta a la ambigüedad en la ausencia de ataduras ceñida a la racionalidad geométrica y a la representación icónica que no es tal. Los títulos inducen a la asociación, en un juego de “es, no es”, complicidad o humor como primera instancia de lectura de obras que al fin son pura pintura. Y ésta es justamente la esencia de la muestra. Varias son las obras que se vinculan a la realidad, pero nulas las referencias o contextos en los cuales se desarrollan; salvo “Libro”, expresionista y autosuficiente en su significado, el resto de los títulos parecen dejar sobreentendida la precedencia del término “parece”, puesto que los objetos descriptos cumpliendo con un mínimo de caracteres asimilables al objeto, en rigor sólo son formas abstractas planteadas en espacios indefinidos. “Giratoria” sugeriría una puerta o un molinete, tanto como “Fila” un ordenamiento de seres – cosas iguales y “biombo” una estructura desplegable. Sin duda las asociaciones figurativas surgen a posteriori a la luz de las imágenes concebidas como formas per se.

            Destacan vigorosos, impositivos y aun diríase desafiantes cromatismos, considerando la naturalidad con que el autor arriesga combinaciones maridando ácidos amarillos, fucsias, naranjas fríos y azules cálidos. El color estalla o se atempera asomándose a lo dionisíaco, sin frecuentarlo. En ocasiones se asordina acerado, dejando aflorar tonos que palpitan bajo la superposición de planos y se complementan por interacción. El efecto es de especial riqueza expresiva, pues desde la textura cromática presente en formas y fondo de varias obras a los contrastes surgidos de la yuxtaposición de tonos unitarios en otras, Perciante inserta zonas de claridad, resplandores o destellos arbitrarios, pero mágicos. El uso de los dorados iluminando zonas o fileteándolas regala lujosas calidades, en especial a los planteos resueltos con una textura casi metálica.

            Las formas ocupan todo el ambiguo espacio pictórico y lo rebasan asumiendo un tenor emblemático por imposición: suspendidas en el espacio fugan, se desarrollan en secuencia, se agitan dramáticas, giran sobre sí mismas en molinete, se descomponen en prismas contradictorios como espacios de Escher. Con frecuente recurso a la simetría, las formas pseudo iluminadas se tornan volumétricas, creando ficciones de profundidad, y se ordenan rítmicas, con aceleraciones sincopadas en abigarrada armonía. El más o menos agitado dinamismo de los prismas asume aires de danza a veces alegre, a veces solemne, siempre de gran riqueza cromática, en la que los más disonantes sonidos se conciertan en un todo armónico, desgranando movimientos coreográficos sincrónicos.

            La materia se superpone en capas que por arrastre permiten vislumbrar fragmentos o zonas que afloran. Se deduce una factura laboriosa, de meditada resolución y equilibrada estructura: por contraste o complementariedad los elementos plásticos se corresponden en diálogos formales, con frecuencia de resonancias lúdicas.
La pincelada se orienta longitudinal con ocasionales líneas ondulantes o transversal por curvas, generando sorpresivas contradicciones o transformando planos en cuerpos. Con frecuencia las tensiones se producen dentro de la misma obra mediante zonas de convivencia alternadas más o menos viradas hacia lo ortogonal o hacia lo escaso orgánico. Con pocas excepciones en que el planteo apunta deliberado al juego de las líneas en interacción, las pinturas de Perciante priorizan la sensualidad de las texturas actuando como sorpresivos itinerarios.
           
La constancia como objetivo y desafío. El artista trabaja ceñido a la regularidad de la línea recta, pero introduciendo en su patrón elementos que la absuelven de su rígido comportamiento, distanciándola de la que sería una propuesta de arte geométrico tout court. Por otra parte, los títulos aportan una orientación narrativa significante que contribuiría a una intencionalidad del autor, una figuración tácita que yace en su imaginación sin trasuntarse a la imagen explícita: la densa lectura plástica de los planteos antepone la estética a toda otra consideración. Una muestra expresiva, pero no expresionista – con excepción de una obra – ya que no existe desborde, sino contención, ejercicio de templanza sofrenando la apasionada pintura habitual de este artista, cuya obra anterior ha verificado la presencia casi constante de la figura humana más o menos explícita, desde una estética orgánica.

“Buscar la curva desde la propia recta” dice Fabián Perciante definiendo el objetivo del presente proyecto, razón que exigió una reelaboración interna a partir de premisas contrapuestas que el autor administró en forma dialéctica, dotándolas de una carga subjetiva significante cuyo tenor ontológico hace a sus propios umbrales del significado.

                                                                                                     MARÍA E. YUGUERO